La mayoría de estados – si no todos – tienen una obsesión con el espionaje y la recopilación de información. Estados Unidos como no podría ser de otra manera tiene una fijación con la recopilación de inteligencia. El gobierno de Estados Unidos puede espiar cualquier ciudadano del mundo que considere relevante para alguna de sus operaciones. Por ejemplo ahora mismo podría estar leyendo tu email. Pero no es sólo el email, podría estar recopilando información tuya a través de otras plataformas como Facebook, o a través de aplicaciones para el móvil como Uber.

Como ya conté en un post anterior, distintas empresas intentan recopilar tantos datos tuyos como sea posible. Estos datos que tan celosamente guardan pueden no tener más remedio que compartirlos con el “tio Sam” con la mera excusa de seguridad nacional. Pero hoy no vengo a hablar de lo que averiguan de ti sin que lo sepas. Hoy quiero hablar de lo que saben de ti porque se lo cuentas.

Cada vez que subes una foto en Facebook subes más que una matriz de píxeles. La imagen en si puede contener información adicional como la localización dónde fue tomada la foto, la hora y el tipo de dispositivo entre otros. Quizás no seamos conscientes que esta información está codificada en la imagen pero el problema no termina aquí. Cada vez que subes una imagen a la red social, esta es analizada por algoritmos para determinar quien de tus amigos salen en ella. Quizás a ti no te importe pero a ellos si.

Es realmente necesario tomar fotos y contar minuto a minuto los eventos de nuestras vidas? Si realmente disfrutamos con ello deberíamos replantearnos muchas cosas. Para empezar si haces lo que quieres o lo que quieren los demás. Y segundo que sacas de contarlo? Contarlo te hace más feliz? Porqué te hace más feliz si tus amigos lo saben?

La próxima vez que vayas a subir una foto en Instagram o Facebook, o escribir un tweet piensa el mundo va a ser mejor o peor con mi aportación. Crearé ruido o aportaré información útil? Es necesario?