El otro día esas reflexiones transcendentales que haces en la cama antes de ir a dormir se me pasaron por la cabeza un par de momentos de mi vida. Unos momentos algo alejados, distantes en el tiempo entre ellos.

Antes de los 10 años ya había “montado” dos “empresas”, (notese que montado y empresas están entre comillas).

A una temprana edad y no recuerdo en que orden “monte” una tienda y una empresa de limpieza.

La tienda consistió en poner una paradita el día de la feria del pueblo para vender los juguetes viejos que ya no usaba. Mi idea fue ganar algunas pesetas (imagínate si hace ya tiempo! :O, creo que tenia 8 u 9 años!!! era un crío!). Creo que saqué unos cuantos miles de pesetas :P, luego ya ni me acuerdo de lo que hice con lo ganado. Para conseguirlo tuve que ir a pedir permiso a alguien y coger una parcela vacía.

Mi otra “empresa” como ya he dicho fue crear un servicio de limpieza, con un amigo/socio. Con esta triunfé menos ya que solamente nos contrataron familiares. Y limpiamos un jardín y un par de aceras de frente las casas de nuestros familiares. Aunque nuestros recursos de marketing fueron buenos, no nos contrató nadie más que nuestros seres queridos. Conseguimos un anuncio en una revista semanal del pueblo en el que nací, al final nos lo dio por pesados creo :P, pero quien no llora no mama. Una pena que nadie más se interesase por este servicio.

Hasta aquí he explicado mi vida, a modo de recuerdo, ahora toca la conclusión.

Posiblemente muchos chavales sean emprendedores desde el nacimiento, quizás otros se hagan porque lo han visto en sus padres, otros porque creen que es necesario… Lejos de asumir que esto es innato, creo que se puede incentivar que la gente emprenda, poniendo facilidades para hacerlo incentivar a los que ya lo llevan a la sangre y motivar a los indecisos.

Dejadme que monte mi empresa en una semana! No me cobréis iva si aun no he facturado! No me pidáis 5.000 controles! Dejadme hacer, que ya soy grandecillo para espabilarme!

Y sobretodo amigos, emprended!